Cómo el cambio climático altera el follaje otoñal, el caso de Estados Unidos

El otoño es una época especial en los bosques de la costa oriental de Estados Unidos, donde los árboles se tiñen de brillantes tonos rojos y dorados. El aire es fresco, los días siguen siendo cálidos y el follaje ofrece un irresistible derroche de color que, según una estimación, genera hasta 1000 millones de dólares en ingresos turísticos. Pero el otoño es cada vez más cálido debido al cambio climático, lo que pone en peligro estos colores tan queridos. El año pasado, la Tierra vivió el cuarto octubre más cálido desde que comenzaron a llevarse registros hace 113 años. Este año no va a ser diferente, tras el verano más caluroso registrado en el planeta. Y el noreste, famoso por su vibrante follaje otoñal, se está calentando más deprisa que el resto de Norteamérica.
Según un estudio publicado en 2021, la llegada del color rojo de las hojas de arce se ha retrasado más de un mes desde el siglo XIX. La temperatura no es el único factor; las precipitaciones, o la falta de ellas, y las plagas de insectos también influyen. Como el cambio climático afecta a todos estos factores, resulta más difícil predecir el momento del máximo follaje; además, los retrasos climáticos en la coloración de las hojas alteran los ciclos anuales de crecimiento y reposo de los árboles. Los científicos aún no han aclarado qué significa esto para los bosques: cómo crecen, dónde pueden vivir y si pueden seguir almacenando carbono al mismo ritmo.
"Deberíamos estar preocupados, no sólo por el momento del cambio en otoño, sino por si presagia o no el colapso de los bosques", afirma Rebecca Forkner, ecóloga de George Mason. "Aunque nadie quiere ser del tipo 'el cielo se está cayendo', entendemos que estos cambios son las plantas diciéndonos que algo no va bien".
Por qué los árboles necesitan descansar
Al igual que las personas, los árboles deben prepararse para el frío y oscuro invierno. Durante toda la primavera y el verano, sus hojas producen un pigmento verde llamado clorofila que capta la luz solar, proporcionando a los árboles la energía necesaria para crear los azúcares y carbohidratos que necesitan para crecer y sobrevivir.
Cuando las temperaturas descienden y los días se acortan, lo que indica el final de la temporada de crecimiento, los árboles responden poniendo fin a la producción de clorofila y absorbiendo los nutrientes restantes. Pero bajo la clorofila, durante toda la primavera y el verano, se esconden sustancias químicas de color naranja y amarillo que se desvelan cuando los árboles entran en reposo. Además, los días cortos y fríos hacen que algunas especies de árboles, como el arce rojo y el arce azucarero, produzcan antocianinas rojas. Los científicos creen que estos compuestos rojos son como el abrigo de invierno de las hojas, ya que ayudan a protegerse del frío y permiten a los árboles absorber los últimos nutrientes de las hojas antes de que una ola de frío acabe con ellas. El proceso que conduce a la caída de las hojas se conoce como senescencia. El cambio climático lo está alterando en algunas especies más que en otras, con consecuencias desconocidas.
"Es la mayor señal que hemos visto", afirma Stephanie Spera, científica medioambiental de la Universidad de Richmond que estudia los cambios en las hojas del parque. "Se está poniendo en peligro toda la estación. Creo que se está acortando mucho. La primavera empieza antes. Todo está cambiando".
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